jueves, 11 de noviembre de 2010

AGENCIAS DE INTELIGENCIA

DESDE EL MURO DE BERLÍN A LAS MONTAÑAS AFGANAS: PAUTAS DE TRANSFORMACIÓN EN LA COMUNIDAD GLOBAL DE INFORMACIÓN.
Por: Jorge E. Bermejo 
…Zambullirse como los nadadores en las ondas puras,
contento de escapar de un mundo viejo, frío y cansado…
R. BROOKE (1914)
Hace veintiún años cayó el Muro de Berlín. Todavía con mi memoria fresca sobre aquel episodio, recuerdo como esa noche mágica muchos de nosotros asistimos asombrados, sentados frente al televisor, a un momento histórico mientras las agencias informativas escupían noticias ante el asombro general.
No hace tantos años que los metálicos armazones con los cuales sujetaba Moscú a media Europa se destensaron, cayendo para siempre aquel mítico Telón de Acero. Desde que el frío se templó y derrumbó ese Muro de hielo, la Comunidad Global de Información ha venido adaptándose discretamente para abordar los nuevos ciclos y parámetros que la sociedad del siglo XXI está incorporando a pasos agigantados como roles propios. Pero, tras el 9/11, aquella cautela se rompió en añicos y el mundo entró en una dinámica diferente, más agresiva y mucho más al límite.
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“…asistimos inconscientes a una espectacular transformación del sigiloso y oscuro pariente, aquel que lleva con nosotros toda la vida y a veces nos da una paga a escondidas, el mismo que observa por el ojo de la cerradura y escucha detrás de las puertas.”
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Nuestra sociedad, aunque no lo parezca, tienta al destino jugando a no aprender de sus errores. Somos como una teenage inconsciente, en la edad del pavo, que cree saberlo todo y además tiene mucha fachada.
Experimentamos nuevas sensaciones, nos volvemos hipersensibles y recibimos percepciones desconocidas, pero mientras tanto, asistimos inconscientes a una espectacular transformación del sigiloso y oscuro pariente, aquel que lleva con nosotros toda la vida y a veces nos da una paga a escondidas, el mismo que observa por el ojo de la cerradura y escucha detrás de las puertas.
Sin que globalmente se perciba, ahora, ese familiar con el que obligatoriamente debemos contar, se ha vuelto un mirón de internet y nos ve igual pero pretende, mientras toma su té, no moverse del ordenador. Eso tiene una denominación: ADAPTACIÓN.

Retornando a la mencionada hecatombe de las Torres Gemelas, la comunidad global de inteligencia descuidó un aspecto técnico tan imprescindible como resulta ser el humano. Quizás en una mala interpretación doctrinal, predominó la tesis de la inteligencia electrónica (ELIT) de manera preponderante sobre el hombre.
Precisamente, tras aquel ataque que produjo una huella tan profunda y, por lo tanto, generó numerosos conocimientos, se observó la necesidad de transformar y reforzar la figura de los agentes de campo (recuperarlos de alguna manera y canalizar sus sinergias y experiencias), que de otra forma, no serían más que piezas excedentes de una época pasada en la cual el factor humano era imprescindible para el arte del espionaje.
Mediante una acción-reacción se despiertan muchas conciencias pensantes y se deduce ciertamente que la tecnología puntera no es válida si muchos de los métodos utilizados por los nuevos objetivos no la contemplan. Así, aquella nueva doctrina en la que sobraban los hombres y faltaban las máquinas debe ser retocada, y el problema de los sobrantes, jóvenes para jubilar y experimentados para ser prescindibles, encontró una nueva puerta de salida. Definitivamente se optó por retornar a la senda y reforzar un aspecto importante que había permanecido en cuarentena desde la caída del Muro, la inteligencia humana o HUMINT.
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Para empezar, los nuevos objetivos tienen parámetros comunes entre los miembros de la comunidad de inteligencia, de los cuales destacaríamos la radicalidad o los destinatarios diversos y multinacionales.
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Cuando cayó el Muro, la polis global caminaba ya por el quicio de lo que hoy conocemos como sociedad de la tecnología. Desde entonces y aprovechando los cambios necesarios, las más importantes agencias de información han tenido que lavarse la cara, adaptando sus formatos públicos a, precisamente, esa nueva era en la cual la amplitud del alcance y la inmediatez de la noticia son factores dominantes. Para ello han transformado métodos de trabajo con la intención de perfeccionar su control, maquillar sus funciones para encarar un nuevo estilo de ofensiva que se libra no solo -como antes- en los campos de batalla de las rotativas y las televisiones, sino en las herramientas de una nueva humanidad digital (a la cual podríamos denominar DIHUM) y, en general, en la mass media.
De esta manera, los estamentos secretos y morbosos se hacen públicos y tenemos la COMUNICACIÓN.
En estas, la transformación del concepto de terrorismo y su amplitud geo-social han llevado la incertidumbre y la alerta a cualquiera de los profundos escenarios candentes del momento, y consecutivamente, a no tener los mismos patrones de sospecha que en otra época.
Para empezar, los nuevos objetivos tienen parámetros comunes entre los miembros de la comunidad de inteligencia, otrora enfrentados en bloques y hoy estratégicos aliados. De esas magnitudes destacaríamos la radicalidad en fondo y forma o los destinatarios multinacionales y diversos.
En un estado de alerta común permanente y con una temporalidad indefinida de acción es cuestión de tiempo que surjan cansancio y desgaste, y por ello, en Inteligencia se genera una necesidad de colaboración y redistribución del trabajo. De ello podemos deducir posteriores mutaciones tan necesarias que crean curiosas Task Force. Las grandes agencias, que usualmente son las más importantes, convergen hacia un mismo hilo conductor que deriva igualmente en un mismo objetivo primordial (al margen de las particularidades). Lógicamente éste ha de ser común aunque solo sea por la más primitiva, preferente y vital de las razones, la SUPERVIVENCIA.
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Se está percibiendo la existencia creciente de cierta permisividad en la metodología de trabajo si el fin así lo justifica.
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Sobre todo esto y dentro de la evolución de las propias metodologías, parece que hay tradiciones que son difíciles de demarcar. Así, cuando una consecución de hechos determinados, de carácter poco ético o incluso ilegal, se reproducen con frecuencia puede llegar a darse la paradoja de acabar siendo admitidos socialmente como una forma común de trabajo.
Situada sobre el tablero la mencionada necesidad, esa extraña y sinérgica colaboración inter-organismos que el actual panorama ofrece, no se debe caer en la observancia pasiva y complaciente a la hora admitir determinados usos en pro de intereses particulares o privados. Se está percibiendo la existencia creciente de cierta permisividad en la metodología de trabajo si el fin así lo justifica. Esto, desde luego, no es nuevo. A lo largo del tiempo han sido numerosos los ejemplos en los cuales los organismos en cuestión han realizado subterfugios para imponer, mantener o derrocar gobiernos, fomentar enfrentamientos y lobbies o realizar gestiones económicas con dudosa procedencia o destino.
Por supuesto, en este punto no debemos olvidar el aprovechamiento más o menos particular de estos medios por parte de personas o entidades particulares para su propia proyección.
Como conclusión se debe lanzar una advertencia de seguimiento: La excesiva y mala comprensión en determinadas acciones y operativos, incluso llegando a activar equipos de neutralización física, puede llevar (y de hecho está llevando) a que determinados métodos puedan ser admitidos sin miramientos por los poderes fácticos o legislativos de diferentes naciones sin tener en cuenta la situación del propio estado como garante de derechos y deberes.

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