Resulta que en los lugares más insospechados surgen las curiosidades más extrañas. Mientras pienso en esto recuerdo una canción de Enrique Urquijo (Los Secretos/Los Problemas) que decía algo así como: “puede ser que nieve este verano y que por las noches salga el sol”… y, extrapolándolo de las circunstancias para las que se hizo la canción, estoy convencido que puede llegar a ser así, por ejemplo, ¿alguien imagina a un inglés, enrojecido por el sol, sobre el capó de un todo-terreno tocando una flauta en el desierto?.
La televisión ha logrado traer lo bueno y lo malo del mundo al salón de nuestras casas como si de un self-service se tratase. Comúnmente nos impactan una multitud de penosas imágenes que afortunadamente han servido para remover las conciencias sobre lo que sucede fuera de nuestro mundo particular. Quizás, a pesar de la dureza, sea necesaria su existencia para sensibilizarnos y observar que, a pesar de la distancia, todo nos afecta en este mundo tendente a la globalización.
Mientras las sociedades crecen y se transforman bajo el prisma de la productividad y la competitividad desmedida, nosotros permitimos por omisión y complicidad que se pierda el equilibrio y con él los aspectos humanos que deben primar en toda evolución. Valga como ejemplo la metamorfosis que sufre el dolor en cualquiera de sus formas -y no solamente la física- como método para estimular los sentidos. ¿Será verdad que caminamos como cuerpos sumidos en un permanente invierno?, o que confiamos en un sol de hielos que solo aparece una vez cada demasiado tiempo y cuando lo hace, nosotros (que hemos permanecido agazapados en nuestro mundo) saltamos para recibir cuantos más rayos de calor y luz mejor.
Yo ansío un poco de sol tanto como deseo las palabras. Husmeo tras ellas rebuscando las que considero más hermosas en el mundo y me las apropio cobijándolas en el corazón de mis sentimientos para malearlas delicadamente. Entonces, cuando encuentro definiciones para esas palabras y ordeno las frases miro en el alma ajena todo aquello que debe conocerse o complementarse para dar sentido a lo que muchas veces sería imposible encontrárselo. En ocasiones todo es diferente. Es cuestión de pensar en ti, de imaginarte como un espejismo y verte fugaz pasar envuelta en los aromas que aspiro, sabores que extraño y deseos que guardo. Entonces la sencillez del momento se resume en sentir que desaparaces y mirar al suelo, buscar tu huella sobre la losa fría, ver la silueta de tu pie dibujada con humedad… todo para saber que has estado. Y yo estoy tan lejos hoy…
Aquí, entre tantas lejanías, entre todas esas palabras que no puedo concatenar, tu huella es la carta de amor más hermosa, el único vínculo con la sensibilidad, el sentimiento sin la palabra que corta el aliento. Y yo, que he venido hasta aquí para no buscar nada, descubro sosegado que llega a ser el regreso al recuerdo primitivo o a la base de todo.
Es temporada de recogida, época de buscar alimento. Por aquí siempre ha de serlo en la obligación de comer cada día, pero… ¿dónde buscar cuando apenas nada hay en ningún lugar?, solo matas de hierba reseca, tierra que quema, sol que castiga y apenas algunos edificios derruidos, tan en ruina como el espíritu de la mayoría de los que llegan hasta aquí. Entre esos muros que antaño debieron tener magnificencia hoy se refugian demasiados ojos cansados, hambrientos, tristes y temerosos. De esta manera, basta con sentarse unos minutos en este mundo de caos para observar a hombres y mujeres iguales que yo pero diferentes a mí, que van y vienen con la mirada perdida sin saber bien que hacer con sus horas mientras los occidentales, algunos de los cuales hablan en francés y otros en inglés, parecen haberse construido una coraza que les permite mantenerse al margen de lo que sucede alrededor. Y yo, que estoy percibiendo a través de los ojos del alma, sigo aquí, solo, en silencio, dentro de un coche desvencijado y polvoriento, hundido en mi asiento, sufriendo el calor de la mañana y procurando que el día no marque mi piel. Anoto frases que resultan ser simples pero profundas apreciaciones del entorno y observo en silencio como cada uno de nosotros somos actores de una misma obra si bien cada cual logra adoptar diferentes protagonismos exactamente igual que se inmiscuye en la obra de una forma más o menos profunda. En estas circunstancias algunos pecamos de sentarnos a esperar.
El viajero se mueve en la lejanía, va y viene pero siempre está en la escena como si fuese un actor principal, alguien que, con el paso de los años, ha logrado conocer bien su papel. En mi desconcierto lo observo con tiempo y confirmo que se mueve por cada lugar con perfecta maestría. Creo que basa su vida en objetivos muy distantes de aquellos que se marcan en mi “aldea”. Quizás sencillamente, sumido en mi ignorancia, yo no los llegue a comprender o sean diferentes… si es que los hay hoy y aquí. Y en estas yo me pregunto ¿cuánto vale una conciencia justa?.
Él parece estar por encima del bien y del mal. Supongo que la vida (determinadas vidas) endurece la piel y el corazón como lo hace el viento, el sol, el agua o la tierra, por eso, entre supervivencias y costumbres, sospecho, pensando por él, que esto debe ser así y quizás debido a ello prefiero permanecer al cobijo de las sombras. Supongo que lo suyo es el precio a pagar por considerar el mundo como tu casa, la marca indeleble por criarse allá donde el color de la piel marcaba tu destino (afortunadamente ya no), saltar para descubrir que el faro de libertades y sueños posibles no es más que una pirámide en el desierto de los intereses, recorrer ciudades que se dividen en líneas verdes de seguridad, entre suciedad y escombro, o franjas y territorios asfixiados por la incomprensión, descubrir que la inocencia camina por las calles con un AK antes que con un juguete, encontrar el corazón de un paraíso verde que se muere silenciado por los fusiles… y al final creo que son tantos los sitios que ha recorrido trayendo sus nombres hasta mis líneas para que no se olviden que descubro finalmente en mi papel de la obra el tirón de transmisor que me sitúa en lo que ignoraba, justo aquí, en este punto.
En el teatro de la vida cada cual debe buscar su papel, (unos actúan y otros remueven conciencias) entretanto deseo que jamás el mío se parezca al suyo… inchallah.