Me resulta especialmente gratificante contar en SAPERE AUDE con la colaboración de Pedro, un autor muy jóven del que espero que pronto comencemos a oir hablar en los ámbitos literarios y culturales.
Desde que le conocí percibí en él las claves que debe poseer un escritor de raza que necesita explotar, mostrar el propio fondo profundo sobre la poesía y los sentimientos, arraigados no se sabe bien en donde pero mas allá de alma. Con tal necesidad de burbujear en la superficie deja ver que la existencia de los sentimientos es innata con los seres humanos pero la capacidad para sentirlos va pareja solo con algunos, y Pedro es uno de ellos.
Un fuerte abrazo, querido amigo.
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Música para acompañar la lectura de "Si el principito viniera"
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Si el Principito viniera
Por: Pedro Dávila Valverde

No quedan ya más oasis que el abismo y abrazarlo. La muerte de las cosas prístinas y puras, que he buscado incansable en mil detalles de la vida, por todo el mundo, en todas las cosas, en todos los gestos, parece un hecho irrefutable. Al menos de aquellas cuya autoría ostenta el hombre.
Ya nadie se preocupa de que las cosas sean bellas, sólo son monocolor y huelen a imprenta de moneda y timbre. Sentir hace mucho tiempo fue sustituido por tener, y jugar por ganar. Así, ¿quién querría un Principito al que pintarle un cordero? Si hasta le intentarían vender una hipoteca si pasare por el banco. No creo que el Principito vuelva más a visitarnos. Espero al menos poder alcanzarlo en sueños, poder cerrar los ojos como cuando era pequeño y no era el único niño, y poder así imaginarlo donde está. No despertar nunca y poder ir con él de la mano a jugar con las estrellas, que las estrellas no son esas ígneas esferas que posicionamos en un remoto lugar, casi infinito. Las estrellas son las edelweiss celestes que en ramos crecen para poder jugar con ellas a soplarlas como con los dientes de león.
Dará igual que despierte o no despierte, seguiré revelando un alma casi toda ausente, y es que hoy en día ya nada retiene a un poeta ligado a este Mundo. Espero, al menos, no ser de los últimos en extinguirme, que aún quedan tantas cosas tan bonitas... aunque nadie ya quiera oírlas y las cante en voz baja para mi soliloquiada alma.
Espero que del Mundo se disfrute cuando sólo lo pueblen el sexo y el dinero. No estaré allí para verlo. Y aún sin estar, sé que siempre, y Bécquer lo decía, siempre habrá poesía.
“No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta enmudeció la lira;
podrá no haber poetas, pero siempre
habrá poesía. (...)”
Gustavo Adolfo Bécquer, Rima IV