HISTORIA DE UN FRACASO
Por: Jorge E. Bermejo
Esta columna no pretende ser un catálogo exhaustivo de detalles históricos sino más bien un reclamo para estimular el conocimiento por la materia. Su interés descansa en diversa documentación, escritos y películas ya que son numerosas las particularidades que confluyen hasta desembocar en el desastre operativo más importante de la fuerzas aliadas en toda la Segunda Guerra Mundial. Precisamente ahora, que se acaban de cumplir sesenta y seis años (septiembre de 1944) de la operación aerotransportada más grandiosa de la historia, puede ser un buen momento para recordarla.
El escenario, como no es de extrañar, fué la Europa invadida por el ejército alemán durante la parte final de la contienda, y más concretamente Holanda. Con el pie ya puesto en el Viejo Continente y la idea de concluir el conflicto antes de Navidad (1944-45), los aliados necesitaban asestar al Eje un golpe maestro que resultase cuasi-definitivo para el desenlace favorable de la guerra en Europa.
Frente al gran tablero de operaciones del teatro occidental los estrategas de Ike Eisenhower se esforzaban en desarrollar una estrategia segura de penetración profunda sobre territorio enemigo que diese continuidad a Overlord y Cobra. Para ello, entre otras cosas, debían ofrecer solución a la grave tesitura logística en la que se encontraban: Alargar las líneas de avance en detrimento de consolidar las de suministros.
El desembarco en Normandía-Overlord (que suponía situar en Francia a medio millón de soldados, principalmente estadounidenses, ingleses, canadienses y de la Francia Libre) había llevado a lograr abrir una brecha en las inacabadas defensas que componían la imaginaria fortaleza europea de Hitler, de manera que los aliados pudieron consolidar las cabezas de playa y avanzar hacia el interior, pero la expansión por los flancos resultó un serio problema teniendo en cuenta que los alemanes habían decidido defender las bases de submarinos a lo largo del Canal de la Mancha a toda costa. De esta manera, la cuña multinacional penetró creando un frágil pasillo que se estrechaba y sobre el cual era necesario quitar el exceso de presión que soportaba, además de proseguir con las instrucciones de la directiva dada por Dwight Ike Eisenhower: "Entrará usted en el Continente de Europa y, en conjunción con las otras Naciones unidas, emprenderá las operaciones dirigidas al corazón de Alemania y a la destrucción de sus fuerzas armadas. La fecha para penetrar en el contienente es el mes de mayo de 1944. Después de quedar asegurados los puertos adecuados, la expansión se dirigirá a asegurar un área que facilite a la vez las operaciones terrestres y aéreas contra el enemigo".
Nótese que el general habla del mes de mayo cuando finalmente el desembarco ocurrió a principios de junio debido a las extremas condiciones meteorológicas sobre el Canal.
En este contexto resulta curioso que también alguno de los estrategas protagonistas fuese a la vez promotor de la vasta operación para conseguir esos fines y uno de sus mayores problemas: El Mariscal Bernard Monty Montgomery. Básicamente el(su) plan, que como hemos mencionado, resultó ser el más estrepitoso fracaso aliado de la guerra, se articulaba en un objetivo estratégico (penetrar por los Países Bajos y plantarse en el corazón industrial alemán a la vez que se estimulaba el frente y se daba premura a la conclusión de la contienda) y otro táctico consecuente con el anterior, como era el despliegue de efectivos en diferentes puentes sobre el Rin. Con este motivo se establecieron dos componentes diferenciados, que eran Market u operativo aerotransportado, el cual incluía no solo a paracaidistas sino también una ingente flota de aviones y planeadores provenientes de Inglaterra y que iba a suponer la mayor operación de este tipo jamás realizada por el número de fuerzas y medios intervinientes y Garden cuyo peso recaería en las unidades terrestres, mayoritariamente blindadas, que avanzarían desde Francia a Holanda. De esta manera se extendería la llamada alfombra que amenazaría directamente a Alemania.
Pero al menos cuatro agravantes -entre otros posibles- llevaron a dificultar la consecución óptima del operativo.
Graves discrepancias personales y estratégicas en el seno del Cuartel General Aliado, especialmente entre Ike y Monty.
Problemas logísticos de primer orden debido a la falta de combustible en la Europa liberada y de aviones de transporte en general.
Nefasta gestión de la información (Inteligencia) por parte de los aliados.
Alejamiento de la zonas de salto asignadas para los paracaidistas de los objetivos marcados, e incumplimiento en los plazos de llegada de las fuerzas terretres de apoyo y consolidación.
A esto hay que añadir un doble golpe de suerte para las fuerzas alemanas cuando, en uno de los planeadores utilizados para el desembarco aéreo, encontraron el book de mapas y planes desarrollados para la operación, si bien previamente habían tenido conocimiento de ellos gracias a la captura de un agente holandés al servicio de los aliados. Así, de una tacada, la suerte sonreía al Führer y los aliados se encontraron metidos en la boca del lobo. Estos, al haber utilizado nefastamente la información proveniente de su red de espías y de la propia Resistencia holandesa, se encontraron embotellados en una penosa red de pistas y carreteras que facilitaron el continuo acoso alemán. Para colmo de mala suerte los informantes habían advertido de la presencia en la zona de numerosos efectivos Panzer de primera categoría, que se encontraban ene periodo de descanso, y significaban un importante refuerzo en la zona de operaciones, pero no fueron tenidos suficientemente en cuenta por el Estado Mayor de Ike.
También se minusvaloró al enemigo en esta concatenación de errores aliados. No resultó esperanzador el historial de quienes tenían enfrente: Wilhelm Bittrich, Walther Model, Gerd von Rundstedt y Kurt Student, entre otros, un póker que resultaria dificil de tragar. Ni esto ni que algunas de esas unidades alemanas mencionadas acabasen de concluir un ejercicio de entrenamiento contra ataques aerotransportados con lo cual la suerte parecía inclinarse en la balanza. Precisamente y en este sentido, merece una reseña el caso de Student, ya que resutaba ser el mayor especialista en tropas paracaidistas de todo el Eje, y estas serían, casualmente, el componente más importante de la operación aliada. Un especialista de ese nivel en el teatro de operaciones podría desestabilizar el plan, de nuevo otro factor negativo.
La operación seguía su curso y durante el desarrollo se generalizó el fallo en las comunicaciones, muchos equipos resultaron dañados o inutilizados en el aterrizaje o justamente después, bien por las distancias, bien por las condiciones geográficas, fisicas o meteorológicas de la zona. Los informes de exploración, tanto de los cazas fotográficos como de comandos y unidades infiltradas no aportaban oxígeno sino todo lo contrario y las complicaciones fueron en aumento. El retraso en el avance llevó a alargar el plazo de resistencia en los puentes, principalmente en Arnhem, lo que desembocó en una supervivencia numantina con la esperanza de ser relevados o rescatados a pesar de encontrarse demasiados kilómetros detrás de las líneas enemigas. Entre todos los protagonistas, aliados y alemanes, de esta gesta, la historia tiene reservada a mi juicio, un espacio muy pequeño al protagonismo del esfuerzo polaco encabezado por el General Stanislaw Sosabowski y participado por una pequeña Brigada que pago un precio demasiado alto precisamente en ese lugar, en Arnhem. Quizás por ello y efectivamente, aquel capítulo de la historia será desde entonces conocido como el fracaso de un puente (demasiado) lejano.