lunes, 24 de enero de 2011

GLASNOST EN EL TELÓN DE ARENA

Con notas de inventario sobre la inteligencia española en el norte de África
Por: Jorge Bermejo


El mundo se está transformando. Ahora, inteligente lector, lo está haciendo quizás mientras leemos estas líneas. A veces lo hace estruendosamente pero otras es silencioso y sigiloso como el desierto. Comparativamente es como si el núcleo del planeta se recalentase y necesitara reventar en explosiones controladas, provocando un gran movimiento global de masas tectónicas que comienzan a chocar aquí y allí indistintamente. En algunos lugares apenas será perceptible, pero en otros será todo un terremoto.
Así, lo que está sucediendo en determinados países -principalmente del entorno árabe- es una reubicación mediante una regeneración interna natural fruto, sin duda, de una necesidad enquistada. El mundo avanza y nadie quiere quedarse al margen, tampoco en lo esencial: La democracia y el pan, bienes que solo disfrutan unos pocos privilegiados. Pero eso, para no olvidar lo que cuesta, para no ser un hecho fallido, debe de “ganarse” ordenadamente desde el pueblo, por lo que los países del primer mundo y otros que tienen relación, deben dejar que su camino siga evitando el dolor en lo posible y permaneciendo alertas por si, en último caso, hay que intervenir al estilo Petersberg (peaceenforcing / peacekeeping / peacemaking).

Revisando documentación comparativa para elaborar esta reflexión he vuelto a echar un vistazo a una película grabada por el CESID (difundida en medios) durante la revolución que costó la vida al dictador rumano Nicolae Ceauşescu. Es una grabación casera realizada desde un vehículo por un miembro del servicio en Bucarest, y de ella impacta ver la vida en la calle aquellos convulsos días.
De esta manera visualizo e interpreto mejor lo que puede estar sucediendo en lugares como Túnez, tan cerca de nosotros, donde la gente está en la calle dando forma a la Revolución de los Jazmínes. Resulta hermoso y paradójico tomar la costumbre de adoptar estas denominaciones tan hermosas para sucesos que casi siempre van manchados con sangre inocente.
Soy un glasnóstico sobre lo que nos deparará este periodo porque vivimos épocas tan extrañas como históricas donde todo es posible. Somos testigos obligados de ello aunque la sociedad común no sea consciente en su profundidad, pero el mensaje es claro: Son momentos de cambio, de glasnost, como se diría veinticinco años atrás, y esto es parte de esas transformaciones que se están produciendo a todos los niveles esenciales. ¡No es capricho!, es necesidad.

Por ahora, solo asistimos a episodios que bien pudieran ser parte de la caída del Telón de arena. Así, de nuevo vuelve a saltar la alarma en MAGREB y observamos con incertidumbre la posibilidad real de un contagio zonal de manifestaciones populares de protesta y de diferente índole. Marruecos y Argelia preocupan siempre, especialmente a España, pero en este momento Túnez ocupa el primer plano y eso conlleva sus repercusiones. Tampoco quitemos la vista a Egipto, cuyas próximas elecciones lo situará en portada de noticias. La perla del Nilo publicita herederos en un momento especialmente delicado para las largas gerontocracias que pueblan la región.
Por otra parte preocupa el contagio directo o indirecto que se pueda dar en países débiles como Chad o Mauritania, donde a la buena capacidad de maniobra de grupos radicales y a las crisis existentes se unirían otras por venir.

En el anterior párrafo he mencionado que el protagonista ahora es Túnez. Como en las mejores obras del género, este país está siendo el perfecto escenario para un guión de películas de espías y revoluciones, de días vividos peligrosamente. Se ha convertido en un hervidero por donde pululan los servicios de inteligencia franceses, árabes y norteamericanos, aunque también se pierden entre sus repletas calles otros servicios que pasan más inadvertidos.
Allí nuestra inteligencia y nuestro servicio diplomático son los ojos reales del gobierno de España, el resto es flujo de información indirecta, principalmente análisis e intercambios.
Pero es que nuestro país anda algo tuerto todavía en la región. Aunque el CNI se encuentra técnicamente capacitado para operar en el MAGREB, en mi modesta opinión, operativamente todavía está saliendo de un periodo de cambios forzados en su red que derivan de la neutralización de demasiadas de sus antenas y agentes de campo en la franja mediterránea durante los últimos años. Afortunadamente, el tejido de informantes no ha sufrido tal merma al ser principalmente naturales del área, en el que pueden moverse con soltura, sin embargo da cierta sensación de que las autoridades magrebís tienen localizadas las redes y los enlaces, permitiéndolos actuar hasta donde, de alguna manera, les interesa.

Al final esto no deja de ser un dato preocupante que se suma a otros (y otros escenarios) para sospechar que la calidad del CNI como ente de inteligencia ha sufrido altibajos significativos en este último periodo de tiempo (no debemos tener en cuenta el reciente caso ruso ya que esto es una expulsión recíproca común).
Hace cuatro años la estación tunecina quedó temporalmente en silencio-radio e inoperante al ser expulsada del país la responsable de la misma. Fue acusada por la dictadura que ahora se desmorona de haberse reunido con personas non gratas para el régimen.
Después, hacia marzo de 2009 le toco a la estación marroquí, pero en este caso afectó peligrosamente a más de una subestructura en un teatro de extrema importancia para nuestro equilibrio.
Marruecos es un país con altos índices de corrupción, sus tentáculos abarcan profundamente los aparatos del estado, y en ello andaba indagando la antena en Nador cuando fue neutralizada por las autoridades, procediéndose a su expulsión del país, aunque no fue el único.

Como conclusión, lo que está sucediendo en MAGREB y sus posteriores derivas deben hacer reflexionar a los responsables de inteligencia sobre la importancia de España en la región. Primero fue en Argelia, aunque no pasó a más, y paralelamente llegó a Marruecos, que parece haber frenado el ímpetu, pero ahora es Túnez, con su gobierno debilitado, la bandera que está previniendo a otros países contra o a favor del contagio zonal y siguen de cerca a ese país que ha iniciado una andadura nueva. El desenlace producirá lógicos desajustes que deben ser observados. Ante la celeridad con que se desarrolla todo no resulta fácil hilar fino ni reorientar una revolución -que pasa a ser rápidamente transición- realizando cambios importantes, e incluso vitales, en tiempo real. Por ello, en los próximos días, se debe hacer un seguimiento a esta noticia desde la vertiente operacional y práctica, ver como se aúnan brazos ordenando el inventario de fuerzas (en todos los órdenes: políticos, humanos, logísticos, legislativos, sociales, etc…) que por ahora parece desordenado sino desorientado.